El manantial.

Entre espadañas, mirto y romeros,
En calurosa tarde estival, 
Hicieron alto los tres viajeros 
Ante las aguas del manantial.

Robles gigantes le daban sombra, 
Césped florido formaba alfombra 
Junto al venero murmurador,
Y el agua clara,

corriendo pura,
Prestaba al campo dulce frescura,
Hojas al árbol, vida a la flor.

Su sed calmaron los caminantes.
Y a los fulgores agonizantes
De la serena tarde estival,
Escrita vieron esta sentencia:
“Procura siempre que tu existencia
Sea como el agua del manantial.”

-No es mal consejo -dijo el más mozo-,
Y al comprenderlo siento que el gozo
Llama a las puertas del corazón;
Como el arroyo se trueca en río,
Correr el hombre debe, y con brío
Hacerse grande por la ambición.

-Es buen consejo -dijo pausado 
Otro viajero grave y honrado-; 
Hay que ser puros para vencer; 
Como las fuentes son las criaturas,
Y almas y linfas han de ser puras
Si cual espejos han de esplendor.

-¡Noble enseñanza! ¡Sabio consejo!- 
Dijo el viajero caduco y viejo-; 
La sed templemos y, en odio al mal, 
El bien hagamos con ansia inmensa, 
Sin esperanzas de recompensa... 
¡Como las aguas del manantial!


León Tolstoi 





























La Yautía, Moca. 8/01/2014

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